Sin importar los años que pasen ni las administraciones que lleguen, la violencia en el Estado de México sigue presente en la realidad de todos los habitantes de la entidad, un ejemplo de esto es la agresión que sufrieron varios policías estatales en el municipio de Tlatlaya, situación que alertó tanto autoridades como sociedad mexiquense que no dan crédito a la situación ocurrida.
El evento según reporta el sitio de noticias Portal Liberación, se llevó a cabo en los límites de Tejupilco y Tlatlaya, sitio en que un grupo de habitantes de la región vandalizaron una camioneta de la policía estatal que transportaba víveres para 24 elementos de seguridad; al momento de ser agredidos, los elementos policiales bajaron del vehículo y se alejaron para no verse forzados a responder la agresión.
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Según se detalla, los agresores podrían ser miembros de distintos grupos delictivos que existen en la zona, mismos que desde hace años luchan por el territorio; cabe destacar que después del evento no se reportan víctimas letales del atentado, así como tampoco ningún detenido por las agresiones y vandalización del vehículo oficial.
Multas son altas por este tipo de agresión
Agredir a un policía en el Estado de México es considerado un delito grave y conlleva sanciones penales importantes, de acuerdo con el Código Penal estatal, oponerse con violencia o amenazas al cumplimiento de una orden de autoridad puede ser castigado con una pena de prisión de uno a dos años, además de una multa económica que va de 30 a 100 días, si la agresión incluye coacción hacia el servidor público, las penas van de seis meses a un año de cárcel.
Cuando el agresor es también funcionario público, la condena puede aumentar hasta en un 50?%, incluyendo la destitución e inhabilitación para ejercer cargos por el mismo tiempo que dure la condena; a nivel federal, la ley impone de uno a seis años de prisión y multas de hasta 300 unidades de medida por agredir a un servidor público en funciones, estas sanciones buscan proteger a las autoridades y el orden institucional.
La violencia en Tlatlaya sigue a la alza
Tlatlaya, un municipio ubicado en el sur del Estado de México, continúa enfrentando altos niveles de violencia, uno de los episodios más notorios ocurrió en 2014, cuando efectivos del Ejército Mexicano ejecutaron a varios civiles en una operación que más tarde fue calificada como una masacre, al demostrarse que parte de las víctimas fueron asesinadas de forma extrajudicial, aunque este hecho atrajo atención nacional e internacional, la violencia en la región no ha disminuido de manera significativa.
En cuanto a la violencia de género, Tlatlaya ha registrado históricamente tasas preocupantes de feminicidio, especialmente entre 2007 y 2011; a pesar de que en los años recientes las estadísticas oficiales muestran pocos casos denunciados, expertos señalan que esto podría deberse al miedo a reportar los delitos, más que a una disminución real de la violencia. Además, el municipio se ha visto afectado por la presencia de grupos criminales organizados, como La Familia Michoacana, que han sido relacionados con actividades como el tráfico de armas, drogas y extorsión, decomisos recientes de armamento confirman la operación de estas bandas en la región.
Tlatlaya forma parte de una zona conocida como Tierra Caliente, donde la disputa entre distintos cárteles ha generado condiciones de inseguridad persistente, en conjunto con los elevados índices delictivos del Estado de México, el panorama en Tlatlaya refleja un contexto complejo de violencia estructural, impunidad y debilidad institucional que sigue afectando gravemente a su población.